Erika Torregrossa escribe sobre la delicada situación de los refugiados.

En el planeta hay en la actualidad más de 50 millones de refugiados, lo que significa la peor crisis humanitaria del último siglo. Yo nací en un país democrático donde actualmente hay más de 5 millones de desplazados, como consecuencia a la negación de sus derechos políticos, sociales y por persecución política. Colombia. He visto lágrimas de dolor y de desesperación por culpa de los desplazamientos forzosos.

 

Solo en Siria se calcula que hay 11,6 millones de desplazados que han tenido que huir de la guerra y del Estado Islámico, de los cuales 4 millones son refugiados acogidos en alguno de los países vecinos (Turquía, Líbano, Jordania, Irak y Egipto) y algunos intentando llegar a Europa, a través de Italia, Eslovenia, Grecia o Hungría.

Nos han tatuado en la mente imágenes de terrible crudeza de personas muertas o rescatadas moribundas en las costas de Lampedusa o Grecia, o los recientes 71 muertos dentro de un camión frigorífico en la frontera de Austria. Su vida pasa de manos de desalmados armados a las despiadadas manos de las mafias que trafican con personas.

Cada vez que la televisión da cuenta de una tragedia se repite la monserga de que Europa va a reforzar la seguridad de las fronteras. Empeñados en asumir como un problema de seguridad un drama humanitario.

Los refugiados se hacinan en campamentos montados por Naciones Unidas a través de ACNUR en medio de la nada, La Cruz Roja Internacional aborda la asistencia con recursos insuficientes.

Cuando hablamos de Derechos Humanos, no hay nadie que esté en desacuerdo. Otra cosa es practicar con el ejemplo. No se trata de hacer circos ni demagogias, sino de afrontar de una manera clara y resolutiva una tragedia global de dimensiones inconmensurables y que nos afecta como ciudadanos, pero a la postre, como seres humanos.

Quién puede permanecer impasible ante imágenes de dolor y desesperación de otros seres humanos? La respuesta debería ser “nadie”. Sin embargo España, corrijo, el Gobierno español, se muestra impertérrito “ No hay suficientes fondos” afirman. Mentira. España es el segundo mayor receptor de fondos europeos en el área de Interior, però es difícil argumentar porqué se gasta 32 veces más en control de fronteras (Frontex) que en ayuda al refugiado.

¿Y Europa? Dónde queda el espíritu de solidaridad, fraternidad y justicia social que inspiró la Unión? Nos hemos olvidado de que un día los españoles, franceses, italianos... fueron sirianos.

Dónde queda la aplicación de normas y tratados Internacionales que un día suscribieron los Estados miembros, avalando que serían los garantes de los Derechos Humanos.

Los Estados de la Unión Europea están obligados a dar asistencia a refugiados y a personas desplazadas en cumplimiento del derecho de la Unión, basado en los principios de solidaridad y cooperación administrativa entre los estados miembros.

¿Es realmente Europa una democracia? Como dice David Bondia, presidente del Instituto de Derechos Humanos de Catalunya. "La democracia no solo es un régimen político sino un sistema de valores donde se construyen los Derechos Humanos y el asilo es un derecho humano que urge proteger".

Desde los entes locales también existe una responsabilidad. Como ciudadanos y como seres humanos. Barcelona ha manifestado a través de actores sociales, ciudadanos y municipales una voluntad humanitaria de impulsar acogida de refugiados. No sin antes resolver la actual precariedad de los solicitantes de refugio en la ciudad. Crear una red de Ciudades Refugio o Asilo. Como todo, querer es poder.

Nunca se da tanto como cuándo se da esperanza y si hay familias barcelonesas que ofrecen su casa a los refugiados, como no va a poder hacerlo el Gobierno central?

Barcelona, con larga tradición en promoción de los derechos humanos, ahora asume movilizarse para erigirse en garante de los mismos a escala europea. Lo primero, exigir al Gobierno estatal que debe respetar los tratados que en su día suscribió y facilitar una verdadera acogida de refugiados que venga acompañada de recursos personales, económicos y reales. Y que sea sostenida en el tiempo. En este tema, no valen parches.

Lo contrario, no solo contraviene todos los valores humanitarios sino que viola el derecho de la Unión Europea, que aplicado a una multitud de personas en riesgo de perder su vida, podría dar lugar a la imputación del Estado de un crimen internacional. Y ser culpable de algo peor: sembrar la desesperanza.